Cada
día son más quienes no pueden hacerles frente a sus temores íntimos; miedo a la
penetración, pánico al dolor, inseguridad por el tamaño del miembro o por bajo
rendimiento…la lista continúa
Una fobia es un miedo excesivo, persistente e irracional. Un fóbico sexual es quien evita por completo el sexo o limita ciertas prácticas por temor, dolor u otras cuestiones que considera peligrosas.
Hay
quienes siquiera pueden hablar de sexo. La erotofobia es uno de los
traumas más primarios, que nada tienen que ver con la vergüenza o el pudor. De
eso no sólo no se habla, sino que se reprime hasta la palabra.
El
hecho de padecer una fobia sexual no significa que no haya atracción, impulso o
deseo sexual. En estos casos, el miedo paraliza y quien sufre esta limitación
se siente inhibido, bloqueado, incapacitado de concretar el acto. El fóbica
sexual desea y teme al mismo tiempo. Y la respuesta más habitual, a modo de
defensa, es el escape, el evadir las situaciones de encuentro.
Muchos
de los casos de eyaculación precoz, vaginismo o dispaurenia (dolor a la hora de
practicar sexo) son consecuencia de este temor. Generalmente, están fundados en
experiencias traumáticas previas, creencias y mitos infundados o tan sólo
fantasías que paralizan. Así como hay casos extremos de abuso y violación, una
inadecuada “educación sexual” también puede ser causa de este temor extremo por
el sexo.
Las
fobias alcanzan tanto a hombres como a mujeres. Según los especialistas, el
número de personas que consultan por este trastorno ha crecido enormemente en
los últimos años, así como también ha disminuido considerablemente la edad de
quienes llegan al consultorio. Mientras que hace unos años atrás el promedio de
pacientes rondaba los 30-40, hoy son los jóvenes de 20 los que piden ayuda.
Por
suerte están quienes consultan. Muchos se enquistan en el silencio y el trauma
sexual los condiciona de por vida. Así es como existen los “matrimonios no
consumados” o quienes, por su aversión, pueden mantenerse vírgenes hasta la
muerte. Muchos fóbicos sexuales no logran siquiera masturbarse.
Muchas
mujeres tienen miedo a ser penetradas. Y ese pánico se extiende al punto tal
que no se animan a consultar a un ginecólogo, ponerse un tampón o permitir el
más mínimo roce con su vagina. Este temor al falo (falofobia) es muy común que
surja por alguna relación con un hombre que las haya lastimado con su pene o
tan sólo por haber escuchado quejas por el estilo.
Los
hombres desarrollan miedos acordes a sus genitales y a los viejos mandatos
culturales de “hombría y provisión”. Están quienes tienen miedo a no satisfacer
a su pareja por el tamaño de su pene, ya sea éste extremadamente grande o
pequeño. Y si no es por cuestión de centímetros, es la baja autoestima o temor
a no responder como ellas esperan (o como ellos creen que ellas esperan).
Están
quienes no pueden tener contacto con mujeres bellas. En ellos crece la curva de
ansiedad y exigencia. Ni una ni otra, en ningún caso, son buenas consejeras a
la hora de gozar en la cama (o donde sea). En materia de “escenarios de
placer”, hay quienes desarrollan fobias a tener relaciones en algún lugar en
especial (lugares cerrados, espejados, vidriados y aparentemente expuestos al
exterior, etc.). Generalmente, en estos casos, la fobia sexual está asociada a
otras fobias (a los lugares cerrados, las alturas, etc.).
Sufrir
de impotencia o eyaculación precoz sigue en la tabla de los clásicos masculinos
de siempre.
No
siempre alcanza con reemplazar inseguridades con una pastillita azul,
desinhibirse con unos tragos o respirar 20 veces antes de entregarse al
encuentro sexual que sea. La consulta al profesional, como siempre, es el
pasaje más seguro a conquistar el placer.
Las técnicas clínicas y psicoterapéuticas son eficientes, junto, muchas veces, a ciertos psicofármacos que permiten abordar los episodios de fobia, los trastornos obsesivos y los eventuales ataques de pánico. Será clave la alianza establecida entre profesional y consultante; así como, de ser necesaria, la participación de las parejas. No todos los tratamientos son iguales. Cada quien con su “mambo sexual”, su diagnóstico y debido tratamiento. Todo pasa. El goce no quiere otra cosa más que ser encontrado.
Diccionario
de fobias sexuales:
Agrafobia:
Miedo al
abuso sexual
Erotofobia:
Miedo a
hablar sobre cualquier tema erótico o sexual
Eurotofobia:
Miedo a los genitales femeninos
Falofobia:
Miedo al pene
Genofobia:
Miedo al sexo
Gimnofobia:
Miedo a la desnudez propia y ajena
Heterofobia:
Miedo al sexo opuesto
Homofobia:
Miedo a los homosexuales o a convertirse en
homosexual
Itifalofobia:
Miedo a
tener una erección
Medomalacufobia: Pánico a perder la erección
Parafobia:
Miedo a la perversión sexual
Venustrafobia: Fobia que tienen los hombres a las mujeres
hermosas
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