¿Por qué unas personas tienen más éxito que otras enamorando?
Todos en mayor o menor grado, en algún momento de nuestra vida, nos hemos preguntado por qué a unas personas les resulta fácil enamorar y otros tienen que conformarse con el papel de pasivos espectadores del éxito ajeno.
Lo que puede contribuir a culminar con éxito un acercamiento
afectivo, no es tanto conocer y utilizar determinadas recetas supuestamente mente infalibles, sino actuar de acuerdo con nuestra forma de ser y
notar que, al expresarnos desde la autenticidad, ganamos el favor de
la persona que nos interesa.
Según la psicóloga Clara Román Martínez especialista en parejas
debemos tener en cuenta los siguientes aspectos que nos permiten tener
un mayor asertividad en el momento de enamorar y de los que tenemos
que cuidarnos para no fallar en el intento.
Muchos son los elementos que favorecen dicho acercamiento, pero todos ellos, en mayor o menor medida, son expresión o consecuencia de cuatro rasgos actitudinales primarios que son:
El optimismo
El optimista enamora por impregnación emocional, por el calor que
irradia su compañía y lo gratificante que resulta su conversación y un
efecto parecido puede lograr aquel que, sin ser optimista, es capaz de
actuar en clave positiva.
La autoestima
Auto estimarse es quererse a uno mismo y ese sentimiento de apego
emocional al propio yo resultó imprescindible para captar y aceptar
las muestras de cariño ajeno. Quien no se quiere dificulta, con su
actitud, la recepción del amor. La falta de autoestima nos hace dudar
de la posibilidad de despertar el sentimiento amoroso y eso hace que
cuestionemos las muestras de cariño recibidas, lo cual nos lleva a una
actitud de dependencia emocional que demanda continuas pruebas de
amor.
La seguridad
La importancia de la seguridad como elemento facilitador del
acercamiento afectivo reside tanto en lo que provoca como en lo que
evita. Esperamos que nuestras parejas actúen desde la seguridad y que
sus conductas sean coherentes con la situación y adecuadas a la
realidad.
Una persona segura no tiene miedo a manifestarse de forma auténtica
porque sabe que la conducta es un medio a través del cual se expresan
y trascienden sus valores. En cambio, la persona insegura busca la
aprobación de los demás y eso hace que actúe con desconfianza en sus
propios recursos y trasmita la sensación de que su comportamiento no
es sincero.
La sagacidad
La persona con sagacidad es rica en experiencias bien integradas que se traducen en saber estar y saber hacer, en saber que hay un momento para cada cosa y que cada cosa tiene su momento, y eso le hace desarrollar el don de la oportunidad, desde la mundología los acercamientos afectivos son más eficaces porque están bien realizados y bien dirigidos.
Dentro de los elementos que dificultan la eficacia del acercamiento afectivo, podríamos destacar:
El pesimismo
El pesimista tiende a infravalorarse y caen con frecuencia en
conductas de aislamiento, servilismo o ambas cosas a la vez, por eso
en cuestión de amor suelen despertar compasión en lugar de pasión. Los
pesimistas se enamoran, pero no enamoran. La gente se enamora de la
vida, la actividad, el dinamismo o la jovialidad, y todo eso es lo que
le falta al pesimista.
La necesidad afectiva
La falta de autoestima produce una necesidad afectiva
desproporcionada. Las personas seducen por lo que ofrecen, no por lo
que demandan, y quienes padecen necesidad afectiva están en
condiciones de dar poco porque necesitan mucho. Las personas que mejor
preparadas están para vivir en pareja son las personas que saben estar
solas, que saben aceptar la realidad de la soledad cuando esta se
produce y saben trabajar adecuadamente para cambiar esa situación.
La inseguridad
La inseguridad es el peor enemigo de la seducción y sus nefastos
efectos se dejan sentir en todos los ámbitos. La inseguridad es el
gran inhibidor del éxito en cualquier actividad humana.
El apremio
El apremio agobia porque quien lo recibe siente limitada su capacidad
de decisión y eso provoca un mecanismo de autodefensa que induce a
rechazar el requerimiento, incluso cuando existe buena predisposición
previa. Todo proceso requiere un tiempo natural para desarrollarse y
cuando pretendemos acelerarlo conseguimos el efecto contrario al
deseado.