Estos dichos plasman cómo la mente y el cuerpo reaccionan ante estímulos
fuera de su control, pero también explica el porqué de muchos comportamientos a
veces inexplicables al entendimiento humano tienen su origen precisamente donde
se pensaba que se podían controlar, y es allí donde nace la lucha entre la
razón y el corazón, siendo esta primera, la que origina los comportamientos que
el corazón no entiende.
1. El amor es ciego
El enamoramiento desencadena en el cerebro una serie de reacciones físico químicas lideradas por sustancias como la oxitocina, la dopamina y la serotonina, que al impregnar el sistema nervioso generan una sensación de serenidad, tranquilidad y de un “caminar sobre las nubes”, lo que impide ver con claridad otras cosas.
El ensimismamiento es tal que todo lo malo de la
relación o de la otra persona queda cubierto por las señales de placer y de
gusto que se emiten desde el cerebro a todo el organismo. Esta condición es
temporal y persiste mientras la relación sea capaz de producir estímulos que
promuevan la síntesis de estas sustancias. Todo esto ocurre, por lo general,
durante el cortejo, la conquista y las primeras etapas del vínculo.
2. Un clavo saca otro clavo
Nada requiere más energía del organismo que una pena de amor. El despecho es emocional y físicamente doloroso; sin embargo, en la medida en que se movilicen neurotransmisores y hormonas que venzan o se sobrepongan a las que actúan con efecto depresivo, la ‘tusa’ va cediendo.
Durante este proceso, el
organismo busca equilibrar el desbalance por la caída de serotonina, las
endorfinas y la dopamina, frente al aumento del cortisol y las hormonas del
estrés. Este desbalance mejora a partir de las buenas relaciones, de los
momentos alegres y de las buenas conversaciones y puede dispararse ante la
presencia de otras personas que generen estímulos gratos, similares al del
enamoramiento. La idealización del otro cae.
3. Del amor al odio hay un paso
Las dos son percepciones intensas que comparten estructuras cerebrales. Imágenes de resonancia magnética en el cerebro han encontrado que el putamen (núcleo situado en el centro del cerebro) y la ínsula (en la parte lateral de este) activan el amor romántico, pero también reacciones agresivas o de disgusto.
Si bien el amor y el odio cursan por circuitos diferentes desde el
plano neuronal, estas coincidencias desde el plano biológico afianzan el
refrán.
4. Cada oveja con su pareja
No es del todo cierto decir que las parejas poco a poco se van pareciendo. En realidad, se van ajustando. De hecho, las relaciones duraderas son complementarias; por ejemplo, si uno es irritable, el otro tiende a ser calmado; si uno es efusivo, el otro tranquilo.
Lo que le falta al uno, lo tiene
el otro. También existe la versión de que biológica-mente se experimenta
atracción por personas que de una u otra forma compensan las necesidades tanto
eróticas como físicas.
5. Lo prohibido es lo más apetecido
Las sensaciones promovidas por efectos potencia-dores (adrenalina) pueden resultar muy estimulantes, al punto que el riesgo, inconscientemente, incrementa la atracción entre dos personas. Entre más cosas hay en juego es mayor la atracción.
Infortunadamente, la base del estímulo es esa, y cuando ese
factor de riesgo desaparece, la atracción disminuye. Ese es el caso de las
parejas de infieles que, cuando optan por separarse de sus respectivos
compañeros y vivir juntos, dejan de sentir el vértigo y el encanto de antes.
6. Donde labores no enamores
Nada más difícil de llevar que la mezcla de sentimientos con funciones administrativas dentro de un trabajo. Cuando entre las parejas hay relaciones de jerarquía o estados de dependencia, fácilmente se confunden los límites entre el amor y la labor, al punto de que uno puede influir sobre la otra, de manera indebida.
Una orden estricta puede interpretarse como una agresión al
afecto e incumplimiento al trabajo, o la falta en una tarea puede justificarse
a partir de la relación de afecto. Los dos son, por lo general, incompatibles.
De ahí que con razón muchas empresas tienen como norma prohibir las relaciones
amorosas entre sus trabajadores.
7. Amor de lejos, amor de cuatro
Es claro que la cercanía entre dos personas es la base para que a nivel físico y bioquímico se produzcan estímulos que elevan sustancias que pueden mantener la atracción por otra persona o incrementar el gusto por ella; esto es más frecuente en parejas que llevan poco tiempo, a tal punto que la reducción del contacto puede hacer que estas sustancias decaigan y disminuya el interés.
La persona que está lejos puede ser fácilmente reemplazada por otra que le
produzca este estímulo. Es importante aclarar que la presencia no solamente es
física; como también hay neurotransmisores y hormonas en juego, el gusto se
mantiene a través de la comunicación.
8. Amigo el ratón del queso
La cercanía entre personas puede movilizar sentimientos, al punto de que algunos consideran que las amistades más cercanas pueden llegar a cruzar la frontera del amor e incluso llegar a manifestaciones de tipo físico, que, si bien tienen una connotación afectiva, casi siempre están encubiertas por un ropaje de amistad.
Aunque hay quien logra manejar estas situaciones, la mayoría
de las veces terminan en conflicto, pues estas relaciones no están exentas de
reclamos, celos y disgustos.