Una de las creencias erróneas sobre sexo más desafortunadas sostiene que en
el sexo el hombre es quien debe tomar la iniciativa, mientras que la
mujer ocupa un lugar pasivo y de sometimiento al deseo masculino. No hace
falta aclarar demasiado al respecto, ya que las sociedades en general han
evolucionado en cuanto a sus comportamientos sexuales y la mayoría diríamos que
este concepto es absolutamente equivocado. Sin embargo, tantos años de
represión sobre el placer femenino siguen teniendo su impacto negativo.
Especialmente en las culturas más machistas, las mujeres no se sienten
seguras de iniciar un encuentro sexual o de proponer determinadas fantasías por
temor al ridículo, a que su pareja reaccione mal o debido a sentimientos de
culpa o vergüenza.
Hagamos una aclaración importante: este mito sexual afecta a los dos
géneros. A los hombres porque no dejan de sentir la pesada carga de ser quienes
tienen la responsabilidad de la satisfacción sexual en la pareja. A las mujeres
porque no se les permite expresar libremente sus deseos más íntimos.
Cuando las parejas logran escapar a estos errores conceptuales, construyen
una relación erótica basada en la equidad lo cual es mucho más saludable.
¿Quién toma la iniciativa entonces? Simplemente quien lo desea, cuando se
considera que es el momento adecuado, cuando queremos sorprender a nuestra
pareja.
En las relaciones de pareja puede haber alguien que toma más la iniciativa, y no siempre es el hombre como se suele pensar.
También consideremos que las maneras de proponer un encuentro sexual pueden
ser más claras o más implícitas. Un acercamiento con besos apasionados y
caricias directas en determinadas zonas erógenas son una señal evidente de lo
que se desea, mientras que aplicarse un perfume distinto cambiarse el peinado,
o acostar a los hijos más temprano, son indicadores de querer compartir más
íntimamente con la pareja.
En este caso quizás creemos que nuestra pareja nunca nos busca, pero en
realidad lo que ocurre es que no estamos leyendo su lenguaje corporal.
La satisfacción sexual es mayor en la medida en que hay un equilibrio en
esas iniciativas sexuales, o en todo caso un acuerdo de ambas partes si es que
alguien suele ser más pro activo en ese aspecto.
Manifestar los deseos y fantasías sexuales traducidos en propuestas
eróticas es importante por varios motivos: para sentir placer, incentivar y
reavivar la pasión en la pareja y salirse de la monotonía principal arruinadora
del placer sexual.