DIEZ VERDADES CIENTÍFICAS DETRÁS DEL AMOR




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La "sensación de mariposas en el estómago" y la aceleración cardíaca son solo algunos síntomas particulares del enamoramiento; sin embargo, estos tienen una explicación más allá de un sentimiento. La ciencia responde.


1. Enamorarse produce el mismo efecto de la cocaína en el cerebro


Un estudio liderado por Stephanie Ortigue, de la Universidad de Syracuse (Estados Unidos), titulado La neuroimagen del amor, asegura que en este proceso el cerebro libera sustancias químicas como la dopamina y la oxitocina, que producen sensaciones similares a las que generan las drogas ilegales al cerebro. 

 

2. Menos de un minuto basta para enamorarse


Cuando un hombre mira fijamente a una mujer por más de 8,2 segundos, se puede decir que ha ocurrido un enamoramiento, según un estudio publicado en la revista especializada Archives of Sexual Behavior. Sin embrago, otra investigación, realizada por la Universidad de Syracuse, asegura que tan solo se necesitan 0,5 segundos. 

 

3. El amor es un estado mental


Según científicos de la Universidad de Syracuse, el estado de enamoramiento repercute directamente en el cerebro, afectando específicamente a 12 áreas. Al ocurrir la activación de estas zonas, se producen sensaciones de euforia, haciendo que el corazón lata más fuerte y se produzca la sensación de “mariposas en el estomago”.

 

4. Los movimientos de los ojos revelan la diferencia entre amor y lujuria


Así lo reveló un estudio elaborado por la Universidad de Chicago y liderado por la directora del UChicago High-Performance Electrical NeuroImaging Laboratory, Stephanie Cacioppo. Según dice la experta, cuando la mirada se dirige hacia el rostro de la otra persona el interés es netamente emocional, pero cuando se enfoca en el cuerpo se trata de atracción sexual. 

 

5. La oxitocina, la hormona más importante en las relaciones de pareja


Según el estudio científico Amor: un estudio biológico, psicológico y filosófico, liderado por la Universidad de Rhode Island, la oxitocina es la encargada de propiciar en las parejas los abrazos, besos, caricias e, incluso, para aumentar el placer en el acto sexual. 

 

6. Existen seis tipos amor


El sociólogo canadiense John Lee categorizó al amor en seis clases: erótico, orientado completamente hacia la atracción física y con una gran cantidad de actividad sexual; lúdico, o sin compromiso; de amistad, en el que las relaciones sexuales pasan a un segundo plano y es motivado por una conexión amistosa entre dos personas; maniático, dominado por la obsesión por el otro y emociones negativas ocasionadas por los celos y la posesividad; pragmático, más racional y enfocado a encontrar en el otro intereses similares, en todos los ámbitos; altruista, que espera reciprocidad y se basa en sentimientos sanos, para construir relaciones felices y saludables emocionalmente. 

 

7. “El amor es ciego”


Es una de las frases más populares que se dicen en torno al enamoramiento y la psicóloga Stephanie Ortigue, en un estudio publicado en Journal of Sexual Medicine, lo confirma. Esto, asegura, se debe a que cuando se produce el enamoramiento, se producen distorsiones en el área del cerebro encargada de la percepción de imágenes. 


8. Los polos opuestos no se atraen


Así lo afirma la antropóloga Helen Fisher, de la Universidad de Rutgers (Estados Unidos), pues las personas siempre tienden a buscar a alguien que se encuentre en su mismo círculo socio económico o que tenga intereses, gustos y hasta su formación moral y religiosa similares.



9. La monogamia es originada por el miedo a la soledad


Psicólogos de la Universidad de Cambridge aseguraron que el deseo de estar con alguien por el resto de la vida es motivado por el temor que le produce al ser humano estar solo; es decir, se trata de dependencia emocional netamente. 



10. El amor tiene fecha de espiración


Cuatro años es el tiempo promedio que dura el enamoramiento, según señala la antropóloga Helen Fisher. Esto tiene una razón biológica, basada en el ciclo reproductivo, pues en ese tiempo se puede producir un embarazo, en el que el padre podrá proteger a la madre y a su hijo en el periodo de mayor vulnerabilidad.