La etimología es una disciplina que investiga el origen de las palabras analizando cómo se forman, cómo se incorporan a la lengua y cómo varían sus formas y significados a lo largo del tiempo. El sexo está definido por la RAE como “placer venéreo”.
Dos términos que en apariencia no tienen ninguna relación
entre sí pero que, si cruzamos, pueden resultar bastante reveladores: no, no
nos referimos a una sexualidad de la etimología, sino a una etimología de
la sexualidad, es decir, averiguar el origen de las palabras que con más
frecuencia es utilizan al hablar de sexo.
Follar:
una
de esas palabras misteriosas en cuanto que no se parecen en nada a la expresión
utilizada en otras lenguas para denominar al coito. “Follar” proviene de
“follis”, “fuelle para el fuego” o “bolsa de cuero”. Como explica Joan
Corominas en el Breve diccionario etimológico de la lengua española,
de ahí evolucionaría a mediados del siglo XVIII en “follar”, con el significado
de “soplar con fuelle”, una acción levemente parecida a la del jadeo del acto
sexual, por lo que a comienzos del siglo XX comenzaría a utilizarse para
denominar el mismo.
Fornicar:
prima
hermana de la anterior, proviene de la palabra latina “fornix”, que se
utilizaba para designar a las zonas abovedadas o con arcos. ¿Cuál es la
relación? Que en ellas era donde solían situarse las prostitutas callejeras de
la antigua Roma. Recordemos que, según la definición de la RAE, el fornicio
hace referencia a la cópula carnal, eso sí, fuera del matrimonio.
Pene:
una
palabra con una larga historia, ya que, aunque evoluciona a partir del latín
“penis”, tiene su origen en el indoeuropeo “pes”. “Penis” no sólo hacía
referencia al miembro viril masculino, sino también a los rabos y las colas –no
hace falta aclarar por qué–, por lo que también dio lugar a la palabra
“pincel”. Sí, como en la expresión “ir hecho un pincel”.
Teta:
un
caso peculiar, pero cuyo origen resulta bastante lógico. Según la Etimología de
las pasiones de Ivonne Bordelois, se trata de un derivado de “thele”
(pezón), sólo que, repitiendo la primera sílaba, un proceso de reduplicación
infantil que también se produce en palabras como “papá”, “mamá” o “tata”.
Erótica:
era
el Dios del amor griego, el equivalente a cupido de la mitología
romana. El sufijo “ika” significa “relacionado con”, por lo que la palabra se
refiere a todo aquello que tiene que ver con dicha divinidad. No obstante, es
probable que fuese el dios el que recibiese su nombre de la palabra “eros”,
utilizada en griego para referirse al amor, la pasión o el deseo.
Masturbación:
un
término aún discutido, aunque la tesis que más fuerza tiene hoy en día es la
que asegura que se forma a partir de la palabra latina “manus” (“mano”) y
“stuprare” (“profanar”), en cuanto que se consideraba un acto carnal impropio,
una mala fama que se ha mantenido a lo largo de los siglos. Otra versión
asegura que su origen se encuentra en la unión de “mas” (órgano genital
masculino) y “turbatio” (“excitación”).
Cunnilingus:
¿para
qué listamos aquí una palabra que, evidentemente, está en latín? Porque puede
servir para averiguar por qué le llamamos “coño” al coño. Poca duda hay
respecto a ese “lingus” que nombra a la lengua, pero “cunni” proviene del latín
“cunnus”, la palabra empleada para referirse a la vulva femenina.
Eyaculación:
proviene
del latín “eiaculari”, que significaba “echar hacia afuera”, y que a su vez se
encontraba formada por el prefijo “ex” (hacia afuera) y “iaculum” (dardo).
Curiosamente, comparte raíz con el término “jaculatoria”, esa “oración breve y
fervorosa” que era “lanzada al aire” (y de ahí su parecido con “eiaculari”).
Orgasmo:
a
pesar que orgasmo evoluciona del griego “orgasmos” (“hinchazón”, “plenitud”),
se trata de una palabra muy poco empleada en la Grecia antigua. Derivada de
“orgé” (“cólera”), el diccionario
etimológico de la Universidad de Salamanca explica que desde
sus inicios ya tuvo un matiz claramente sexual, como equivalente de “tener
ardor sexual”, “estar en celo” o “estar a punto de fructificar” en el caso de
las plantas. Hipócrates escribió “si la mujer tiene ardor por unirse
sexualmente [orgao], se deja ir antes que el hombre y ya no tiene el mismo
placer sexual; si no tiene ardor sexual [orgao], tiene placer hasta el final
junto con el hombre”.
Kamasutra:
el
libro indio por excelencia del arte erótico recibe su título de dos palabras
sánscritas: “kama” (amor, placer sexual) y “sutra” (“hilo”, “cuerda”, y más
tarde, “narración”, “regla”). En resumen, se trata de las reglas del amor, o de
los aforismos sobre la sexualidad.