TENER UNA RELACIÓN CON UN HOMBRE CASADO


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El amor es una emoción que nos reconcilia con la vida, nos hace sentir vivos y queridos, nos levanta la autoestima, nos mejora la salud y el humor, nos hace ver las cosas desde una perspectiva positiva, nos prolonga la vida y hace que todo sea más fácil.

Pero también el amor puede convertirse en un motivo de infelicidad y sumergir a una persona en el sufrimiento cuando se atreve a elegir una pareja que ya está comprometida o casada con otra.

 

¿Por qué las mujeres se involucran con hombres casados que todavía viven con su mujer y sus hijos?

¿Acaso se sienten bien desempeñando el papel de amantes y contribuyendo a destruir una familia?

 

Si sólo se tratara de una relación ocasional, efímera, sin compromiso afectivo, para pasar un buen rato juntos sin otra perspectiva, puede tener sentido; pero a las mujeres les cuesta mucho disociar el amor del sexo y no es fácil que puedan disfrutar de una relación solamente carnal sin ningún significado afectivo.

 

La mujer que cae en las redes de un hombre casado, cualquiera sea la situación que tenga con su esposa, está condenada a sufrir grandes decepciones y a perder el respeto por ella misma y también su autoestima.

En esta vida una mujer no es valorada si no se valora primero ella misma; ni resulta atractiva como persona si no se aprecia ni se respeta, porque los demás tampoco la apreciarán ni respetarán.

 Qué es lo que permite que una persona se conforme compartiendo un amor que nunca es tal, ya que es muy difícil querer bien a dos personas al mismo tiempo.

 

¿Cómo hace alguien para olvidar que el hombre casado, que supuesta mente ama, está traicionando a su mujer?

¿Puede un hombre así cambiar y no volver a traicionar?

¿Se puede confiar en un hombre así?

 

Porque el amor se basa en la confianza mutua y el respeto por el otro.

Sin embargo, el mundo está lleno de mujeres ingenuas que creen que el hombre que ya está casado y que aman, algún día se va a separar.

Tener una pareja comprometida con otra persona implica para una mujer, que solamente podrá compartir los pocos momentos que le sobren, ratos que les robará al hogar para pasar con ella, y que esa limitación común en el amor prohibido, muchas veces es el único incentivo que necesita el hombre para mantener la relación y aumentar su excitación sexual.

Porque para muchos hombres casados, tener una relación extra matrimonial es el símbolo de la experiencia de aventura adolescente que todavía necesitan en sus vidas y que no pueden lograr en el hogar.

Por esta razón es difícil que un vínculo establecido fuera del matrimonio prospere hacia una etapa formal, porque sería volver a reiterar el mismo estado de aburrimiento o desinterés que le produce la rutina.

 

Cuando la soledad abruma o entristece y hace sentir a una persona diferente porque está sola, es inútil aferrarse a alguien que la va a usar como un objeto haciéndola sentir aún más triste y sola.

El afán de enamorarse perdidamente de alguien es propio de la etapa adolescente, no de personas ya maduras, porque el enamoramiento distorsiona la percepción y no puede ver la realidad tal cual es.

Una persona enamorada no quiere percibir que es usada, que sólo se la necesita para una cosa y que luego se prescinde de ella para todas las demás. Se conforma con unas pocas migajas de afecto, mintiéndose a si misma e ilusionándose con una fantasía que nunca ocurrirá.

 

La soledad no es una condición, es un estado de ánimo, porque podemos sentirnos solos también estando en compañía.

El asedio de un hombre casado es una invitación para sufrir y aceptarlo es una garantía de sufrimiento.